Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

RIRCA recomienda: historias de primavera (I)

Independientemente de las aportaciones que hacemos los integrantes de RIRCA de manera individual en las que, de forma consciente o inconsciente, reflejamos nuestros gustos (y algunos disgustos) cinematográficos y televisivos, los integrantes de este blog decidimos en su momento realizar posts conjuntos. De este modo nació hace ya dos años la sección de recomendaciones. Hasta el momento, todas ellas se han referido a temáticas específicas o a géneros concretos, pero, siguiendo el tópico de que «la primavera, la sangre altera», y con algunos de nosotros en plenos ataques de alergias varias e incluso con astenias primaverales, decidimos que nuestras siguientes recomendaciones las dedicaríamos a producciones relacionadas con las estaciones del año aunque no necesariamente sus argumentos debían desarrollarse en cada una de ellas. Así, nuestras recomendaciones se refieren más a sensaciones o a conceptos ligados con cada una de las épocas del calendario, ya sea culturales o, por qué no, de carácter personal.

De este modo, la primavera es un momento de renacimiento personal y sensorial. La naturaleza está en su mayor esplendor y las personas parece que también salimos de nuestro letargo para abrirnos al exterior ya sea físicamente interactuando con el entorno natural y social,  ya sea reflexionando acerca de nuestra existencia, nuestra edad o nuestros estados anímicos con un intento de mejora o, al menos de ser conscientes de la necesidad de un cambio o de la recuperación de la juventud. De hecho, estos dos ejes son los argumentos centrales de toda una serie de películas y ficciones televisivas donde los temas construyen interesantes relaciones entre personajes que, de un modo u otro, se necesitan y se complementan. Basten algunos ejemplos de ello: Quelques heures de primtemps (Stéphane Brizé, 2012), Cerezos en flor (Doris Dörrie, 2008), Cuentos de primavera (Eric Rohmer, 1990), Ladies in Lavender (Charles Dance, 2004), Paris je t’aime (de varios directores entre los que se encuentran Isabel Coixet, Oliver Assayas, Joel Cohen y Alfonso Cuarón, 2006), Amor bajo el espino blanco (Zhang Yimou, 2010), Emma. (Autumn de Wilde, 2020), Breezy (Clint Eastwood, 1973), Happythankyoumoreplease (Josh Radnor, 2010) o Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera (Kim ki-duk, 2003).

Os dejamos con nuestras recomendaciones no sin antes compartir con vosotros la referencia a la colección creada por Filmin bajo el titulo de «Suspiros de primavera. El cine que florece» compuesto por 67 películas,

Nuria Vidal: The Apothecary Diaries (2023)

En octubre de 2023 se estrena el anime Kusuriya no Hitorigoto; más bien conocido como The Apothecary Diaries. Siendo una adaptación de las novelas ligeras de Natsu Hyūga publicadas a partir de 2011 e ilustradas por Touko Shino, la serie sigue las vicisitudes de Maomao, una joven boticaria de provincias en el siglo XV. Ambientada en un país ficticio cercano a la China Imperial, ésta trabaja en el palacio interior imperial como sirvienta. A pesar de intentar mantener un perfil bajo, la chica llama la atención por sus dotes innatos para la medicina y termina convirtiéndose en la catadora de venenos de una de las concubinas del Emperador Tang. Así, bajo la supervisión de uno de los consejeros eunucos del palacio, Jinshi, Maomao pasa a ser una de las figuras más importantes de la corte resolviendo misterios médicos de diferente índole que se producen en palacio.

La serie, compuesta de 26 episodios en su primera temporada, tiene una estructura episódica donde Maomao se topa con diferentes casos que requieren de su experiencia en el ámbito de la herbología y donde sus argumentos forman un entramado cohesionado mucho más complejo a medida que éstos avanzan. Mezclando humor y una narrativa detectivesca, los capítulos muestran la evolución personal y profesional de la protagonista mientras se enfrenta a las intrigas palaciegas y a las neuras del resto de personajes, desde el presumido y neurótico de su jefe hasta el séquito de concubinas. La vida en la corte es uno de los ejes vertebrales de la serie, sobre todo, aquellas historias centradas en el entorno cercano de Maomao y los pabellones de las amantes del Emperador. De este modo, el rol de la mujer en la época es una de las temáticas principales del argumento. Así pues, encontramos a la amable empleada de Maomao, Gyokuyō; a la caprichosa de 14 años, Lishu; a la recatada y tímida Lihua; a la andrógina y madura Ah-Duo; y, por último, a Loulan, la misteriosa nueva amante del Emperador. Todas con historias individuales que cobran especial peso emotivo y que muestran diferentes reflexiones sobre el honor, la maternidad, el placer y el poder político. Al igual que será relevante el contraste con las cortesanas del distrito rojo del que Maomao proviene. La distinción entre clases y la conciencia de la servidumbre de la mujer se refleja en «Las Tres Princesas» de la Casa Verdigris, Meimei, Pairin y Joka, el burdel más prestigioso de la ciudad. Una temática, la de la perspectiva de la mujer, que puede pasar desapercibida, pero que se trata de una manera muy interesante a través del punto de vista de hijas, madres, sirvientas, esposas, concubinas y prostitutas.

Sin lugar a dudas, éste es uno de los animes más exitosos y de mayor calidad del 2023; de hecho, ya se ha anunciado su segunda temporada para el 2025. La presencia del personaje de Maomao, su inteligencia, su perspicacia, su excentricidad, su timidez y su irreverencia la hacen una protagonista carismática y compleja que vale la pena ver evolucionar. En definitiva, su animación dinámica, sus colores brillantes y su constante presencia de jardines, flores y hierbas hacen de The Apothecary Diaries el anime perfecto que transmite esta sensación vibrante y de crecimiento que despierta la primavera.

Aitor Fernández de Marticorena Gallego: Primavera tardía (Yasujirō Ozu, 1949)

Es por todos conocido el estilo de un director tan asentado en la historia del cine nipón como Yasujirō Ozu. Algunos directores actuales de su misma procedencia, como Hirokazu Koreeda (del que recientemente ha sido publicada la última entrada del ciclo Sobre Koreeda), han recogido con acierto su testigo, y otros han asimilado su espíritu al otro lado del charco (es el caso de Wim Wenders o el Nobel Peter Handke). Perteneciente a la corriente del shōshimin-eiga (小市民 映画), o shomingeki en territorio occidental, Ozu compone historias ordinarias protagonizadas por una clase proletaria o media tratando de sobrevivir al día a día. Este es el caso de Primavera tardía, la primera de una suerte de trilogía («la Trilogía de Noriko») donde la actriz Setsuko Hara interpreta a una joven de nombre Noriko.

Primavera tardía aúna historia personal y comentario social en una obra que representa los pequeños momentos y las dificultades de una familia de, en efecto, clase media japonesa que todavía vive en un espacio dominado por el viciado recuerdo de la Segunda Guerra Mundial. Aumentan las dificultades de casarse para nuestra protagonista, Noriko, una mujer que se acerca a la treintena en una sociedad que valora el matrimonio a los 24 años y donde las secuelas de la guerra hacen notar la falta de pretendientes jóvenes. Mientras tanto, la tradición y el progreso tecnológico se dan la mano en una sociedad que se moderniza tanto ideológica como industrialmente, con Norteamérica siempre al frente de estas innovaciones. Este hecho tiene un correlato en sus personajes: la joven Noriko, dividida entre la tradición impuesta en el hogar y la modernidad de sus amistades y entorno; Aya (Yumeji Tsukioka), amiga de Noriko, una mujer adaptada a los nuevos tiempos en actitud, vestimenta y gastronomía; Shūkichi (Chishū Ryū), padre de Noriko, completamente chapado a la antigua y fiel a las tradiciones.

Ozu demuestra en pequeños detalles su maestría sobre el género shōshimin-eiga. Su estilo narrativo se basa en cortar escenas que en Occidente podríamos considerar esenciales (como podría ser la boda de la protagonista) o guardar estratégicamente una información (el estado civil de Hattori, un hombre que habla a menudo con Noriko) para centrar su atención en los instantes efímeros en que los personajes muestran una nueva faceta. La consagración de este hecho se encuentra en el archiconocidísimo plano del jarrón, cuyas múltiples interpretaciones pueden oscilar entre un corte de las emociones del espectador y un símbolo de reflexión tangible.

Siendo esta una película tan visceral, los personajes forman todo un microcosmos de dinámicas y sentimientos ocultos que hacen del último acto una auténtica montaña rusa de emociones. Por mucho que Noriko sea protagonista de la obra, Shūkichi es su auténtico motor. No podría ser para menos: el personaje más gracioso, más adorable y más humano es aquel que carga con el peso de toda la trama. A través de él, Ozu demuestra su comprensión de los entresijos argumentales: para hacer una obra que encaje sus golpes emocionales, debe apelar a lo extraordinario de lo mundano. Al final, es en los pequeños momentos de la vida donde se encuentran las emociones más intensas.

 

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