Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Análisis de «La casa de papel» (Antena 3, 2017). Parte I

La Casa de papel (2017) podría ser considerada como la sucesora de Vis a Vis (2015/2016) en varios sentidos: comparten equipo creador (Álex Pina, Jesús Colmenar), parte del reparto actoral y mecanismos similares de Atresmedia con una audiencia sedienta de acción tras el éxito de la “marea amarilla”. Si bien Vis a Vis no ha contado con un final afortunado que garantizase la renovación por una tercera temporada en la cadena, FOX sí ha comprado los derechos para llevarlo a cabo. Por ello, cabría esperar que esta nueva apuesta creada por Álex Pina y producida por Atresmedia y Vancouver Media contara con un mayor apoyo por parte de las productoras, teniendo en cuenta el desarrollo sufrido por Vis a Vis y que siguiera apostando por ella tras su éxito en un futuro.

La Casa de Papel, emitida por Antena 3 desde este mayo y disponible también a través de Netflix dibuja la ejecución del atraco perfecto a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre llevada a cabo por sus distintos componentes y atracadores cuyo nombre permitirá hablar en código sin ser reconocidos y, además, podríamos incluso establecer cierta simbología con su propia personalidad e identidad.

El elenco actoral es, sin duda, uno de los fuertes de la serie y está formado por Tokio (Úrsula Corberó, quien interpreta un papel que le permite explorar otros registros actorales de forma magistral); Nairobi (Alba Flores, la recordamos por su papel de Saray Vargas en Vis a Vis); Río (Miguel Herrán, premio Goya 2016 al mejor actor revelación por su papel de Darío en la película A cambio de nada de Daniel Guzmán); Moscú (Paco Tous, actor español con vasta experiencia cuyos últimos trabajos recientes podemos ver en Víctor Ros o Perdoname, Señor); Berlín (Pedro Alonso, popular actor gallego en Rías Baixas y sus trabajos en Bajo Sospecha o La Embajada); Denver (Jaime Lorente); Helsinki (Darko Peric) y Oslo (Roberto García).

El profesor será el cerebro ejecutor del atraco más grande de la historia pero la selección de cada uno de los miembros integrantes no será arbitraria sino muy minuciosa. Todos ellos comparten un rasgo esencial: no tienen nada que perder y tienen todas las ganas de intentarlo. A lo largo de toda la primera temporada las acciones tanto de atracadores, los rehenes y la policía tendrán que ser meditados movimientos de una partida de ajedrez que puede dar mucho de sí.

El primer capítulo nos planteará cómo surgió el atraco que el profesor llevaba ideando desde hacía años: el mayor golpe de la historia con una pensión vitalicia para todos ellos (con máscara de Dalí con un perfil marcadamente de loco precisamente por su carácter imprevisible) y con la opinión pública de su parte y su consagración como héroes pues pretenden ser los Robin Hood españoles ya que no robarán el dinero de «nadie» (según admiten), sino de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, escondidos en los camiones de reparto semanales, custodiados incluso por la propia Policía Nacional.

Tokio (Úrsula Corberó)

Los atracadores cablearon analógicamente el sistema de la FNMT para hablar con el profesor, sin móviles, sin radio frecuencia y además sellaron las puertas provocando que las alarmas no saltaran con el fin de sumergirse en un limbo del tiempo, sin que nadie supiera que habían tomado la FNMT.  Sin embargo, esa dulce paz era sólo transitoria antes de que cayera la tormenta  e intervinieran la policía para intentar rescatar a los rehenes y entrar en una dinámica (en ocasiones, imprevisible) entre distintos agentes: atracadores liderados por el profesor, policía y rehenes. Dos agentes resultaron heridos por Tokio (que, salvando las distancias, encarna un perfil similar a Uma Thurman en Kill Bill), aunque también dispararon indiscriminadamente, hiriendo a Río por una M16 en el primer episodio.  Pese a que la violencia sangrienta no es la tónica ni el tono general del thriller (pues, de hecho, los atracadores tienen por norma no atacar a nadie), el desarrollo de la temporada hará hincapié en los distintos dilemas morales además de otros conflictos internos de los personajes, dejando abiertas líneas argumentales para una futura temporada.

Así pues, en la que consideramos como potente premisa de la serie subyace un discurso sobre la situación social, económica y política nacional real y actual en la que muchos españoles han perdido sus ahorros en preferentes y la población española está al tanto del fraude del caso Bankia y de la amplia lista de casos de corrupción vergonzosa y casi esperpéntica al que se ha visto sometido este país, independientemente de su ideología política. El sentimiento de incredulidad y el aumento del desinterés (principalmente joven) por todos ellos pueden acoger con facilidad una ficción televisiva que pretende (salvando las distancias) tomarse la justicia por su mano, obtener y devolver a los ciudadanos (en realidad, a una selección de la misma que comparte un alto componente de marginalidad) aquello que un día fue suyo o aquello que, en clave de justicia poética, le pertenecería como representación al resto de la ciudadanía. Esta es una lectura un tanto simbólica y puede que personal que no puede obviar, sin embargo, la señalada intención de construir también una conciencia ciudadana, la capacidad para reflexionar sobre los sucesos contemporáneos y el intento de alcanzar la justicia colectiva (de una forma personal, ciertamente) a través de una ficción televisiva española.

Cabe decir que Vancouver Media y Atresmedia apuestan (de nuevo) por estrategias transmedia que la posicionan no sólo en un ejemplo de ficción televisiva española que utiliza prácticas transmediales para proporcionar una experiencia inmersiva a su audiencia sino que esta audiencia tiende también a identificarse, mediante el mismo proceso iterativo que en Vis a Vis, como “marea roja” muy activa en redes sociales y que, además, proporciona contenidos transmedia generados por los usuarios como fanarts de la serie y de sus personajes que se unen a los diversos contenidos disponibles en la web oficial de la serie de Antena 3.

En definitiva, auguramos una tendencia de éxito de La casa de papel en su siguiente temporada y consideramos que deberíamos defender y seguir apostando por una ficción televisiva española de calidad.

 

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