Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Me llamo Catherine, tengo 47 años … y soy la protagonista de Happy Valley

Catherine Cawood, interpretada magistralmente por Sarah Lancashire, es la protagonista de la serie británica Happy Valley (BBC, 2014), personaje a quien conocemos, en el piloto de la serie, en una escena absolutamente demoledora: ante un hombre que amenaza con quemarse a lo bonzo, con el extintor en la mano y como si no le importara lo más mínimo lo que el otro haga con su vida, le escupe “Me llamo Catherine, tengo 47 años, estoy divorciada y vivo con mi hermana que es una ex-heroinómana. Tengo dos hijos adultos, uno muerto y el otro no me dirige la palabra; y un nieto. Así que…” Esta potente presentación marca lo que será el futuro de esta ficción: un poderoso y carismático protagonismo que rompe con los estereotipos tanto femeninos como del género policial.

La serie británica, que ya ha recibido un premio Bafta, cuenta con dos temporadas de seis episodios cada una, capítulos todos ellos de gran calidad gracias a un estupendo guion que se apoya en lúcidos diálogos, un uso bien calibrado de la violencia (aunque ha recibido alguna crítica que consideraba que era demasiado explícita), excelente trabajo actoral donde destacan redondos personajes secundarios y, finalmente, un realismo muy bien conseguido.

No es la típica serie policial ni tampoco sus personajes obedecen a los clichés habituales de ese género. Su creadora, Sally Wainwright, tiene una extensa experiencia en la televisión británica donde ha participado en productos de éxito como Scott & Bailey o Last Tango in Halifax, donde conoció a Lancashire. Happy Valley ha sido comparada con Fargo, por su utilización del ambiente rural, del clima gélido y la aparición de personajes que se introducen en problemas cada vez más graves por simple estupidez o avaricia. Con todo, en Happy Valley no hay surrealismo ni humor absurdo como sí ocurre en las obras de los hermanos Coen sino un dramatismo bien dosificado.

Ambientada en el condado inglés de West Yorkshire (zona con alto índice de criminalidad, de ahí el título irónico de la serie), la sargento de policía que protagoniza este drama es, como ella misma se ha presentado, una mujer nada canónica para la ficción mainstream: cercana a los cincuenta años, divorciada, madre de una hija que se suicidó tras ser violada, cuidadora del nieto engendrado por ese violador (Tommy Lee Royce, interpretado por James Norton) y que convive con su hermana en rehabilitación (Claire Cartwright, interpretada por Siobhan Finneran). Lo que podría abrir la puerta a un auténtico melodrama, se gestiona aquí con normalidad y pragmatismo. Esa es la dura realidad de la vida de una mujer madura, lo que no impide que Cawood acuda cada día a su trabajo y se responsabilice de perseguir los delitos en su comunidad.

La protagonista de Happy Valley no es ninguna súper-mujer pero tampoco una fémina convencional. Más bien es una heroína imperfecta, que, aunque se ocupa de enseñar el oficio al personal a quien dirige, también se enfada y les grita en ocasiones, que a veces expresa opiniones poco adecuadas y que alguna vez se deja llevar por sus propias fobias más que por los mandatos policiales. Es lo bastante fuerte como para interceptar a quienes intentan impedir que haga su trabajo pero no por ello pierde su humanidad. Como el resto de personajes femeninos que la acompañan, se trata de una mujer con coraje, que no necesita un varón en su vida para ser feliz (es interesante la relación que mantiene con su exmarido) y que es capaz de tomar sus propias decisiones. Su autonomía no implica, empero, que actúe como un hombre ni que responda al estereotipo masculino de protagonismo en el audiovisual.

Happy-Valley-Cawood

Hay que enfatizar que el éxito de Happy Valley se debe, sobre todo, al esfuerzo interpretativo de Sarah Lancashire, sin la que no es posible imaginarse otra Catherine Cawood, protagonista en quien descansa todo el peso de la narración. Tanto la actriz como su personaje son parada obligada para quienes deseen ver y disfrutar un protagonismo femenino no estereotípico, positivo y poderoso como se han visto pocos, especialmente en el género negro. Frente al glamur y sofisticación de las policías que protagonizan las series norteamericanas, siempre perfectamente peinadas y vestidas, la potente y nada canónica presencia de Cawood es una novedad que animo a no perderse.

 

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